CARTA A DON QUIJOTE
Quijote quijotesco y cervantino;
cambiar el mundo son palabras mayores.
No bastan la espada, la adarga, la lanza y la profunda voluntad.
No bastan Rocinante humilde, Sancho fiel y el maltratado rucio.
Pero, mi señor Don Quijote, sal otra vez a los caminos
porque hace tiempo los molinos se convirtieron en gigantes.
Peor aún, mi señor, los malvados aseguran que ellos son los caballeros
y afirman que defienden la paz y la justicia.
Acusan de terroristas a los hambrientos
y con armas que tu no hallaste en tus libros
matan ancianos, mujeres y niños en nombre de la igualdad,
incendian las aldeas diciendo que rechazan la violencia.
Naciste en otros tiempos, mi señor don Quijote,
y debes volver a nacer en estos tiempos.
Ahora el pueblo no cree en los reyes ni en las falsas noblezas.
El pueblo sabe que ahora es él el soberano.
Antaño los duques se burlaron de tu heroísmo
y los villanos golperon a Sancho.
Hoy los pueblos comprenden que solamente unidos
aplastarán la codicia, destruirán la ambición.
Caballero de Los Leones, derriba los muros del mal,
destroza las malditas puertas del imperio
porque tras de ti y junto a ti va el pueblo.
Y recuerda, mi buen señor, que es difícil cambiar el mundo
con sus brillantes logros y sus siniestros yerros
porque las que te aguardan en los castillos siguen siendo doncellas
y los que te ladraban en los caminos siguen siendo perros.
FERNANDO LAMBERG, 2007
ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE
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