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miércoles, 12 de enero de 2011

Las carabinas cruzadas y el abuso de poder


categorias: Columna - Sociedad - Local 12-01-2011

Parece entonces, algo lejano aquel eslogan de antaño que identificaba a la institución de las carabinas cruzadas… “Un amigo en su camino”, y que tenía un efecto social de acercamiento y credibilidad en la sociedad chilena". Por Rodrigo Pino



Escrito por Rodrigo Pino




El año 2010 conocimos y hemos asistido como nunca antes, a un sinnúmero de hechos y acciones realizadas por funcionarios de carabineros de Chile, todas ellas colisionando con los supuestos institucionales, entre otros, la de resguardar el orden público y de hacer respetar las leyes. Parece entonces, algo lejano aquel eslogan ideológico de antaño que identificaba a la institución de las carabinas cruzadas… “Un amigo en su camino”, la que tenía un efecto social de acercamiento y credibilidad positiva en la sociedad chilena.

Lo anterior resulta paradójico, pero comprensible por la idealización que se ha hecho de la institución, ya que hoy en día la institución uniformada goza de una credibilidad y de una alta evaluación por parte de la comunidad. Sin embargo las acciones conocidas indican lo contrario, con un problema de fondo, que de “amigo” no tiene nada, y que no son casos aislados como recurrentemente escuchamos, por parte de las autoridades institucionales y políticas, cuando estos se producen, sino que son hechos, mirados en su conjunto, delictivos o abusivos, que se repiten a diario, con mayor o menor gravedad, por lo que se hace necesario tematizarlas, sin soslayarlas ni justificarlas bajo ningún argumento, porque de otra forma estaríamos reconociendo y aceptando que la institución de carabineros tiene una ley propia al margen de la Constitución Política del Estado, que nos rige a todos los chilenos y chilenas. De ser así nos enfrentaríamos a una institución desconocida, algo así como “durmiendo con el enemigo” o el monstruo que posee mil cabezas y que no sabemos cuál es la real.

Citemos algunos casos que han causado conmoción pública para contextualizar ésta columna de opinión: Los asaltos y robos a los cajeros automáticos, en junio de este año, por parte de cuatro carabineros, pertenecientes a la 19° comisaría de Providencia; el asesinato por la espalda en el año 2009, y posterior montaje, del waichafe mapuche Jaime Mendoza Collio, por parte de funcionarios del Gope, en la provincia de Malleco. Caso que hoy tiene al hechor condenado a 15 años de presidio; carabineros de la Quincuagésima Comisaría de San Joaquín, en esta semana, actuando bajo los efectos de sustancias sicotrópicas, someten a tortura y maltrato sicológico a un sujeto al que le apuntan con armas de fuego, hechos conocidos a través de imágenes difundidas por Canal 13; y finalmente, el caso de la trabajadora que vende mote con huesillos, a la salida de una estación del Metro en Santiago, a la que tres carabineros dan vuelta su carro al suelo, perdiendo su mercadería. Y no olvidemos que en Arica tenemos el caso del estudiante universitario, Daniel Menco, muerto por un mayor de carabineros hace algunos años atrás en una protesta estudiantil.

Dónde se encuentra la raíz del problema que hace que un funcionario público de uniforme que ostente un poder, legitimado por la sociedad, haga abuso de éste, comúnmente sin contrapeso por parte de la comunidad. Se debe recordar que un carabinero es un ministro de fe ante un tribunal. El problema radicará en la adoctrinación ideológica institucional?. Será que no existen los filtros ni perfiles sicológicos para detectar si los que ingresan a la institución gozan del equilibrio emocional y empatía necesario para el desarrollo de su actividad pública?.Será que en la misma institución existen prácticas abusivas entre oficialidad y tropa y que el abuso que conocemos sólo es la expresión de lo que sucede dentro? O, será que, como decía Rousseau, que el hombre es naturalmente bueno, es la sociedad, en este caso la institución, la que lo corrompe.

Se sabe muy bien, por estudios y teorías sociológicas, que determinados fenómenos sociales sólo muestran una pequeña porción de la realidad, algo así como “la punta del iceberg”, por lo que si seguimos esa línea teórica, nos estaríamos enfrentando, para el caso que se tematiza en ésta columna, a prácticas abusivas unas, delictuales otras, de forma cotidiana por parte de la institución, lo que derivaría en que la comunidad se encontraría de manera permanente en riesgo. Sólo es cosa de estar en el lugar y momento equivocado para que algún miembro de la comunidad, sobre todos aquellos más vulnerables frente a este tipo de situaciones como son los jóvenes, indígenas mapuches, estudiantes, vendedores ambulantes o la gente sin hogar, para que se expongan a sufrir el rigor institucional. Porque de eso se trata éste fenómeno social, no es sólo el carabinero que recorre las calles que abusa o delinque sino que es la institución, aquella que tiene una misión institucional que obliga a sus funcionarios a operar dentro de la legalidad, la moralidad y la ética, pero que por diversas razones transgrede las normas, oculta, manipula y tergiversa estos hechos, sólo conocidas a través de otras fuentes.

Por otra parte, las críticas, los análisis o las justificaciones a estos tipos de accionar de carabineros que se centran en “el funcionario” yerran medio a medio del problema, porque “éste carabinero” es un efecto y no la causa del problema, lo que indicaría que se deben buscar las causas reales para que la sociedad sepa dónde y cómo intervenirlas, por lo que, desde ya, se deben dejar de lado las etiquetas pre-juiciosas y discriminatorias que intentan defender o justificar las acciones abusivas institucionales. La más frecuente, aquella que tipifica de “flaite” delincuente, como enemigos de la sociedad, a aquellos que tienen una actitud y visión distinta de la vida predefinida como normal por la gran mayoría nacional. Cuestión muy potenciada por los medios de comunicación que de manera irreflexiva crean realidades sin hacerse cargo para nada de las consecuencias que ello trae consigo.

Finalmente, hoy la actitud y respuesta de la sociedad es distinta frente a este tipo de hechos. No se está de manera pasiva por aceptar, cuando se conocen, los abusos por parte de agentes del Estado, al contrario, se es contestatario frente a injusticias, cuestión que se ve facilitada por las tecnologías que ayudan a hacer visibles y no mantener ocultas éstas acciones como ocurría en el pasado.Seguramente, en el futuro veremos más de los abusos policiales, enfrentados a la fiscalización y al juicio público, lo que debería derivar, necesariamente, en la intervención seria y profunda de parte de aquellos que administran el Estado y no mirar, o inducir que se mire, hacia otro lado indicando que sólo son casos aislados que ocurren en la institución de las carabinas cruzadas.

fuente el morrocotudo


ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE

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