¿A quiénes representan los partidos políticos?
Mientras el 80% de los chilenos no se siente identificado por un partido político, miles salieron a las calles en 2011 a protestar. Los propios líderes de la Concertación admiten que han "pagado una cuenta" por no impulsar reformas profundas a un sistema que necesita urgentes reformas. Especialistas chilenos y extranjeros entregan sus posturas: "Más que un diagnóstico, es una autopsia", dicen.
En promedio, los partidos políticos son las instituciones que generan menores grados de confianza en América Latina, muy por debajo de la Iglesia, la televisión y las Fuerzas Armadas, entre otras. Dentro de la región, Chile presenta los menores índices de identificación de la población con colectividades: el 80% no se siente vinculado.
Estas fueron algunas de las cifras expuestas en el seminario internacional “Movilización Social y Democracia: ¿Es necesario cambiar el modelo?”, organizado por el Instituto de Asuntos Públicos (INAP) de la Universidad de Chile, el Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA).
El profesor Kenneth Roberts, especialista en política comparada de América Latina de la Universidad de Cornell, sostuvo que los partidos del continente, como en otros puntos del planeta, enfrentan problemas de representatividad: “Se han convertido en organizaciones profesionales especializadas en campañas electorales y gobernar”, señaló.
El especialista precisó que en Chile el sistema de partidos es particularmente estable, pero desconectado de la sociedad, y para enfrentarlo no hay recetas de corto plazo: “Es un gran reto, no hay quick fixes, no hay cosas fáciles que hacer. Pueden hacer cambios en las reglas, abrirse a la sociedad un poco más, pero lo más importante es que necesitan regresar y tener los tipos de vínculos y trabajo social que pueden ayudar a tener raíces amplias y profundas en la sociedad. Muchas veces se profesionalizan tanto, que pierden las raíces”.
“Los partidos necesitan trabajar con ellos. No tienen que controlarlos: que los grupos tengan autonomía, pero necesitan más presencia de los partidos”, añadió.
Un diagnóstico con el cual coincidió Robert Funk, subdirector del INAP, quien indicó que aunque existe un diagnóstico compartido sobre la crisis que atraviesan todas las organizaciones de representación política, no hay una voluntad real de abrir canales de participación.
“Existen actores de veto dentro de los partidos. Las mismas personas que ya tienen poder, dentro del Congreso y fuera de éste, y grupos de interés que están por fuera pero que no tienen interés en abrir los espacios, porque la cosa ya está más o menos armada”, dijo.
Sin embargo, el 2011 chileno demostró “que un sistema diseñado para supuestamente otorgar estabilidad, no está cumpliendo ese rol. Eso es positivo en la medida que los partidos, políticos y actores de veto se den cuenta que hay que diseñar otro mecanismo para devolver la estabilidad política al sistema”, agregó Robert Funk.
Según el especialista del INAP, “tampoco hay que sobre reaccionar: que gente joven con voluntad política salga a la calle no significa que se venga una revolución, sino que es un pedido, un llamado para la inclusión. Y siempre los llamados de inclusión terminan como una ampliación del sistema democrático”.
Durante las manifestaciones estudiantiles, desde el Gobierno y diversos sectores se acusó explícitamente a los dirigentes de “ideologizados” y de “politizar” el conflicto. Una reacción que, a juicio de la jefa del Programa de Gobernabilidad del PNUD, Marcela Ríos, responde a que “las élites políticas, de todo el espectro, han tenido poca receptividad a que los actores sociales discutan las reglas del juego”.
“Ha sido súper bueno lo que ha pasado este año. Ha vuelto a repolitizar a sectores importantes de la sociedad que estaban mirando desde afuera. Eso le hace súper bien a la democracia y a la sociedad. Y los dirigentes efectivamente han instalado un discurso de que hay que participar en política y transformarla para que sea mejor. No sé si todo el movimiento y todos los estudiantes tienen eso asumido, es una tarea en la seguir avanzando. Si el movimiento continúa, es un tema en que hay un gran potencial para que el movimiento pueda contribuir a las reformas políticas, porque tienen la capacidad de movilización de los jóvenes. Entonces, vincular las demandas por la educación con una demanda para mejorar la democracia, es algo esencial para el país”, explicó Marcela Ríos.
El seminario “Movilización Social y Democracia: ¿Es necesario cambiar el modelo?” contó también con la participación de los diputados Pepe Auth y Pedro Brownr, el líder del PRO, Marco Enríquez-Ominami, y la presidenta del PPD, Carolina Tohá.
La ex ministra enfatizó la necesidad de una reforma al sistema binominal y la implementación de otras instancias, como plebiscitos e iniciativa popular de ley.
¿Por qué no se hizo esto durante los gobiernos de la Concertación? “Ante las dificultades y la poca viabilidad que tenían, no se persistió con toda la fuerza”, admitió.
“A veces tú no puedes hacer una reforma hoy, pero para hacerla posible mañana, tienes que machacarla y machacarla. Insistir, porque eso va corriendo la barrera, va venciendo la resistencia. En materia de reformas políticas, muchas veces se optó por dejar estos temas de lado, porque generaban mucho conflicto y tensión política; priorizar otras reformas más viables en el corto plazo. Eso ha sido un error y se ha pagado una cuenta, porque la gente dejó de ver una voluntad de hacer estas reformas. Hoy hay que reponer esa voluntad, insistir en que las reformas se deben hacer y generar las condiciones para que sean posibles”, afirmó.
“Hay que estar dispuestos a pagar el costo de tensionar el ambiente político, para viabilizar una reforma mañana, en lugar de ocuparse solo de las cosas de corto plazo”, agregó la presidenta del PPD.
“Tenemos un sistema político congelado, ilegítimo y desarraigado de la población”, dijo el académico Juan Pablo Luna, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica, al hacer un diagnóstico del escenario. “En realidad, más que un diagnóstico, esto es una autopsia”, concluyó.
ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE
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