VIERNES 19 DE AGOSTO DE 2011
Casi hasta entrada la madrugada los cacerolazos en diferentes ciudades de Chile cerraron otra jornada de demostraciones masivas por un modelo político diferente, garante del acceso universal y gratuito a la educación.
Bajo la apariencia de una sociedad domada por el consumismo superfluo y la banalidad del debate político, venía fermentando un profundo malestar en Chile que, según Punto Final, maduró en el tiempo y eclosionó en la protesta social.
El sonido de ollas y cacerolas, en manos de estudiantes, profesores y trabajadores, irrumpió anoche en plazas de Santiago y de otras importantes urbes del país como La Serena, Valparaíso, Temuco y Concepción, reportó la radio local.
La convocatoria a la peculiar manera de protestar estuvo a cargo de la Confederación de Estudiantes de Chile, organización que aglutina a una treintena de federaciones universitarias y que aboga por el fin del lucro en todos los niveles de enseñanza.
"Las cacerolas se toman otra vez los espacios, calles, esquinas, ventanas, el aire", destacó en reciente editorial el periódico chileno El Siglo, tras recordar cómo tales utensilios domésticos fueron utilizados como una forma de lucha por el pueblo durante los años de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
En el contexto actual han sido retomadas para expresar el descontento de la ciudadanía con el endeudamiento de por vida que significa estudiar en Chile.
De hecho, los cacerolazos constituyeron la víspera el epílogo de otra multitudinaria manifestación, estimada en más de 250 mil personas en todo el territorio nacional y que en el caso específico de esta ciudad transcurrió bajo el impacto de un temporal de lluvia y nieve.
En opinión de la revista Punto Final, lo que cuestionan los estudiantes y los vastos sectores ciudadanos que los apoyan son los pilares del modelo institucional, económico, social y cultural impuesto a Chile por el pinochetismo.
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