como en todos los gobiernos de la concertacion nos preparamos para ver nuevamente la corrupción, los acomodos, los sobresueldos y principalmente la feroz represión a todos los que se manifiesten por sus derechos en las calles, con bachelet a la cabeza y el pc siendo parte, llega la nueva mayoría o nueva minoría como ustedes quieran.
sábado, 16 de febrero de 2008
EN CHILE LOS UNICOS QUE TIENEN RECONOCIDOS SUS DERECHOS SON LOS POLITICOS.
Viernes 15 de febrero de 2008
Por Raúl Sohr
Australia pide perdón a la generación robada
Australia, al pedir perdón, dio un gran paso. Es un ejemplo digno de ser emulado en América Latina, donde se han conocido episodios tanto o más violentos vividos por los aborígenes.
Un rasgo dominante de las culturas occidentales es la convicción de su superioridad frente al resto del mundo. Este sentimiento adquirió casi fuerza de doctrina en los siglos de colonialismo.
Pero el fin de los imperios no sepultó la semilla del etnocentrismo entre sus emancipados descendientes. Las concepciones supremacistas pervivieron con brutal fuerza para justificar los abusos contra las poblaciones indígenas.
La concepción básica, incluso entre aquellos que no comulgaban con una visión racista, consideraba a los indios como seres primitivos, que vivían en una miseria material y espiritual.
En América Latina, más allá de despojarlos de sus tierras y aniquilar sus culturas, se les tendió una mano para convertirlos en iguales mediante el bautizo.
La adopción de la religión colonizadora los convertía en humanos, al menos en cuanto a las almas. Para mayor seguridad, los indígenas eran encomendados a los colonos de modo que éstos velaran por su debida integración a la cultura dominante. En la práctica, la encomienda no fue otra cosa que una esclavitud encubierta.
Australia vivió su triste capítulo propio de abuso contra los pueblos originarios. Cerca de cien mil aborígenes y niños de raza mixta fueron arrancados a la fuerza o mediante engaños del regazo de sus padres. Entre 1910 y 1970, rigieron leyes federales y estatales que buscaban integrar a estos menores a la sociedad.
Era una política de etnocidio que pretendía, por la vía de la mezcla racial, diluir sus raíces para con el correr de las generaciones convertirlos en 20 personas lo más blancas posible. La mayoría de los niños arrancados a muy tierna edad crecieron en orfanatos, en misiones religiosas o fueron adoptados por familias blancas.
Como era de esperar, muchas de las criaturas, al no tener la protección de sus progenitores, sufrieron abusos sexuales y fueron explotadas sin recibir pago por su trabajo. Sólo hace diez años, el gobierno australiano publicó un informe llamado Traigámoslos a casa. Este reconoce los dramáticos daños sicológicos ocasionados y se propusieron tratamientos y compensaciones para las víctimas.
Esta semana el Primer Ministro laborista, Kevin Rudd, pronunció en el Parlamento en Canberra palabras que los aborígenes esperaron por siglos: "Meditamos sobre los malos tratos sufridos por los aborígenes, meditamos en particular por los malos tratos a los que constituyeron la generación robada, este capítulo vergonzoso de nuestra historia. Por el sufrimiento y las heridas de estas generaciones robadas, sus descendientes por las familias que dejaron atrás, por ellos pedimos perdón Por las vejaciones y la degradación infligidas a un pueblo y una cultura orgullosa, pedimos perdón".
Rudd agregó que "el padecimiento es agudo, grita desde las páginas el dolor, la humillación, la degradación, la pura brutalidad del acto de separar físicamente a una madre de sus hijos es un profundo asalto a nuestros sentidos, a nuestro sentido más elemental de humanidad".
La emoción embargó a muchos de los aborígenes que viajaron a Canberra para escuchar estas históricas palabras. Pero varios declararon que las palabras son un primer paso. El siguiente debe ser una política de compensaciones.
Los aborígenes suman 450 mil y representan 2% de una población de 21 millones de australianos. Sus condiciones de vida son deplorables, con altos índices de cesantía y un lamentable estado de salud, que se expresa en 17 años menos de vida que el promedio de sus compatriotas. Entre ellos la violencia, los crímenes, la drogadicción y el alcoholismo alcanzan cotas alarmantes.
Australia, al pedir perdón, dio un gran paso. Es un ejemplo digno de ser emulado en América Latina, donde se han conocido episodios tanto o más violentos vividos por los aborígenes. Nunca es tarde para reparar las injusticias y combatir el racismo.
ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE
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