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domingo, 17 de febrero de 2008

CHILE:REFLEXIONES SOBRE LA DOCTRINA CHEYRE


CHILE: REFLEXIONES SOBRE LA DOCTRINA CHEYRE

17 de Febrero de 2008
por Carlos Gutiérrez P*


Sorprendentes, por decir lo menos, han sido las continuas declaraciones
del ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre sobre
nuestra historia reciente, a propósito de la renuncia del General Santelices,
vinculado con actos atentatorios a los derechos humanos.

El debate público que ha generado este posicionamiento político nos
muestra en toda su crudeza las aristas y el carácter de nuestra
democracia: la arrogancia de la corporación militar que, desde el púlpito de la
neutralidad, encara al conjunto del sistema político por sus
responsabilidad en el quiebre de la democracia; la pusilánime actitud de los
gobiernos de la Concertación que no han encarado en profundidad una reforma
a las instituciones militares para su apego intachable a la democracia;
la visión parcial sobre los derechos humanos, que lo han hecho un tema
del pasado, en vez de la enorme carga de futuro que tiene en la
construcción de una sociedad democrática; el blanqueamiento de la derecha
golpista, que en su travestismo político no duda en asumir una faceta
autoritaria o republicana según su conveniencia; la consolidación de una
élite política-militar-económica que ha instalado la idea hegemónica de
un gobierno militar que realizó una obra refundacional para instalar un
Chile exitoso, en la cual solo se lamentan los excesos cometidos, casi
como daños colaterales.

El conjunto de opiniones de Cheyre constituyen casi un ordenamiento
doctrinario del pensamiento de la familia militar, que sigue siendo un
obstáculo real para una consolidación democrática. La piedra angular está
dada por el carácter de “Obra” que asumen con el Golpe Militar y, por
lo tanto, como institución que está por sobre las contingencias
políticas, que las llevó a plantearse constitucionalmente como garantes de
nuestra institucionalidad.

Las recientes declaraciones de los ex comandantes en jefe de la Armada,
Jorge Arancibia y Miguel Vergara, muestran aún con mayor nitidez esta
falsedad ideológica que prima entre las instituciones castrenses.

Si no se desmitifica el Golpe de 1973, difícilmente podremos llegar a
constituir pilares sobre el “nunca más”. Para eso, es necesario poner en
el tapete el carácter autoritario de la derecha chilena que, ante el
peligro de la pérdida de cuotas de poder, no trepidó en usar la
conspiración nacional e internacional; el rol que tiene Estados Unidos en la
conformación ideológica de nuestra región, que se vive a diario, como lo
demuestran las actuales experiencias políticas heterodoxas; que hay una
consideración fundamental sobre el rol político de los militares,
teniendo en cuenta que un levantamiento contra la Unidad Popular y su
candidato presidencial Salvador Allende se venía construyendo desde fines de
los años sesenta, como lo demuestran documentos de la CIA, el
levantamiento del General Viaux, el asesinato del comandante en jefe, René
Schneider, etc.; que las Fuerzas Armadas deben hacerse cargo de ese
profundo sentimiento anti izquierdista incubado durante todo el siglo XX, que
fue codificado en la doctrina de la Seguridad Nacional que regó de
violaciones a los derechos humanos por todo el hemisferio; que las Fuerzas
Armadas realizaron un acto inédito al violentar un gobierno
constitucional, legítimamente amparado en la soberanía popular y que todo su
accionar se enmarcó en los cánones legales de la época.

Por eso que es absolutamente inconducente la insistencia de Cheyre del
“empate moral” sobre la crisis de 1973. Una cosa es haber sido un actor
protagónico en un período de crisis del modelo de desarrollo chileno,
pero otra muy distinta es haber actuado dirigida y planificadamente
para interrumpir un proceso constitucional y llevar adelante un genocidio
de su propio pueblo. Para esto es bueno recordar que en el seno de las
Fuerzas Armadas y de grupos ultraderechistas se crearon instituciones
de inteligencia y represión interna, de coordinación internacional con
grupos terroristas europeos, como lo demuestran los juicios llevados
adelante en Italia, España y Francia, la coordinación del cono sur con la
Operación Cóndor y acciones terroristas de asesinatos de líderes en
distintas partes del mundo.

El quiebre profesional, legal y moral de las Fuerzas Armadas durante la
dictadura es una herencia muy pesada que todavía subyace en las
instituciones. Sigue siendo una tarea pendiente la “despinochetización”, que
no se ha resuelto con las mesas de diálogo, ni con medidas parciales
que efectivamente se llevaron a cabo bajo la conducción de Cheyre. No es
viable el perdón sin la verdad y la justicia. Y todos sabemos que las
Fuerzas Armadas han colaborado en forma insuficiente con la verdad, que
solo sigue siendo posible justamente por la epopéyica labor de las
personas e instituciones vinculadas a los derechos humanos.

La búsqueda de la verdad y la justicia no es un acto de odiosidad, sino
de convicción ética y política como fundamento de la sociedad
democrática. Para esto tenemos innumerables ejemplos contemporáneos que nos dan
los juicios sobre los nazis en varias democracias occidentales, o como
la reciente Ley sobre la memoria promulgada en España que después de
más de treinta años de transición y democracia se sigue preguntando por
sobre su pasado y se atreve a reparar histórica y moralmente a la
república española interrumpida por militares golpistas y una derecha
integrista.

Si bien la convicción democrática es una exigencia real para todos los
actores del sistema político, es perentoria para el caso de los
militares, justamente por el carácter de su función pública. No basta la
formalidad de la subordinación al poder político democrático, sino su
absoluta intachabilidad que debe estar permanentemente abierta al escrutinio
público. Tenemos varios ejemplos, en plena transición, que nos dejan
dudas sobre la honorabilidad, integridad y convicción democrática de
muchos oficiales.

El debate sigue abierto. Pero debemos estar atentos a dos fenómenos
negativos: por una parte el impacto que puede tener sobre los actuales
alumnos de las escuelas matrices de las fuerzas armadas, las recientes
declaraciones públicas emitidas por ex comandantes en jefe de sus
respectivas instituciones que siguen insistiendo en tesis que avalan el Golpe
Militar; y por otra parte que los acontecimientos y discursos realizados
por Cheyre y Santelices no signifiquen un reposicionamiento de los
sectores más retrógrados al interior de las fuerzas armadas, que pueden
estar cantando victoria por esta cuña entre el oficialismo y el
comandante en jefe que fue glorificado como la personificación de la
modernización.

_____

Carlos Gutiérrez P. Director del Centro de Estudios Estratégicos
Enviado por: "Pedro Alejandro Matta" p.matta@vtr.net
Fecha: Dom, 17 de Feb, 2008 12:49 am ((PST))


ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE

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