Se leen miles de cosas y se hablan otros miles en los pasillos del mundo. Chile necesita una oposición con cerebro de genio y con bolas de toros.
Chile y su gobierno, Chile y sus problemas. No es noticia, es la realidad que arrastra al suicidio hasta a una mosca enferma de los nervios.
Miles de familias pasan noches en blanco: unas porque no tienen un techo, otros porque no tienen para parar la olla, otros porque no tienen libros o pilchas para mandar los cabros a la escuela; el resto, duerme bien, no sabe de que forma invertir lo que andaba robando a su propia gente.
Chile es la patria de los infelices, me dijo un viejo amigo escritor. Tiene razón porque el hombre analiza todo el panorama chileno con una serenidad que tienen aquello que programan hasta terapias en favor de las plantas que intentan el suicidio.
Para gobernar la patria no se necesita el garrote, sino que la sabiduría. Cierto que Piñera no tiene soluciones políticas, eso lo hemos visto en los apaleos contra un pueblo indefenso, sino que actúa con soluciones militares...
Chile vive una tragedia y, para colmo, un engaño. Alibaba cuando viene los del gobierno chileno ya tienen su chalet en las mejores playas del planeta.
Claro, no estamos escribiendo frases de "Schhrazada", tampoco andamos embolados para hablar de los barrios de Persia...
¡No señores! El pueblo chileno no es la Morgana... no es un hijo adoptivo... y, si lo fuese, pues, tiene todo el derecho a ser respetado por el Estado.
La historia, si se desea escribir bonita, decorada con la mentira y el engaño, pues, esconderá todo lo débil de un gobierno confuso e indiferente con sus ciudadanos.
Seguimos, eso lo digo, en una transición hacia la democracia real, representativa, que no lleve al gobierno a los pirañas sino que los ministros, o parlamentarios, deberán salir de las bases y no de un mercado negro.
En fin... un vez se le temía a los barbones... tipo che guevara... hoy el pueblo le teme a estos barbones de corbata y camisa blanca.
Repito. Chile necesita una oposición con cerebro de genio y con bolas de toros.
Juan Godoy
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