Paulo Pécora
El genocidio de más de 30.000 indios mapuches y de otros pueblos indígenas que significó la Conquista del Desierto llevada a cabo por el Estado argentino a partir de 1879, es revisada por el cineasta Ulises de la Orden en “Tierra adentro”, un documental revelador que lleva ocho meses de exhibición consecutiva en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
La película aborda, a través de un relato coral que incluye miradas disímiles, la sangrienta campaña en contra de los pueblos originarios realizada por el Ejército Argentino al mando de Julio Argentino Roca, y demuestra que su principal objetivo era perseguirlos y exterminarlos para poder arrebatarles su territorio y repartirlo entre empresarios y terratenientes locales y extranjeros.
Rodada en escenarios naturales de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y la región de la Araucanía, en Chile, Tierra adentro se exhibe todos los domingos a las 18 en el Malba y será proyectada el 24, 25 y 26 de febrero próximo en el auditorio de Radio El Arca de Bariloche, luego de una gira que De la Orden realizará por una serie de pueblos mapuches de la Patagonia.
Más de 20.000 espectadores asistieron desde el año pasado a las proyecciones de este valioso documental que además de recoger -sin juzgarla- la opinión de los descendientes directos de esa masacre, tanto de las víctimas como de los victimarios, establece una conexión directa entre los métodos de la campaña del desierto y los de la última dictadura militar de los años `70.
Según De la Orden, se estima que hubo alrededor de 30.000 desaparecidos durante la Conquista del Desierto, además de apropiación de niños, sometimiento a trabajo esclavo, fusilamientos, campos de concentración, fosas comunes y traslados masivos. Cuando ves los mecanismos, salta a la vista que son los mismos que usaron los militares durante la última dictadura.
En una entrevista con Télam, el cineasta recordó que “la dictadura militar hizo una serie de celebraciones para conmemorar la Conquista del Desierto y el 25 de mayo de 1979 hizo un acto en Choele choel con discursos y actos. Esos militares eran los hijos pródigos de los que hicieron la campaña y perfeccionaron su sistema además”, añadió.
La campaña se financió con un empréstito de 1878 por el que 391 bonistas -muchos de ellos ingleses- obtuvieron ocho millones y medio de hectáreas conquistadas al año siguiente, es decir que estaban comprando un territorio a conquistar. Supongo que así se debe haber financiado la guerra de Irak: se venden el territorio y los recursos y con ese dinero se hace la invasión.
Monumentos, calles, avenidas, plazas, pueblos y ciudades de todo el país -y hasta el billete de 100 pesos- todavía llevan el nombre de Julio Argentino Roca, a pesar de toda la evidencia que existe en relación a la matanza organizada y sistemática de indígenas que él comandó en los territorios que, hasta ese entonces, pertenecían a los mapuches y tehuelches.
Creo que tarde o temprano van a caer esos monumentos y van a cambiar esos nombres de las calles. Ese es el límite de la revisión histórica, tal cual lo dice en la película el historiador Walter del Río, porque de alguna manera el discurso oficial de la conquista se nos sigue metiendo por ahí. Todavía hoy, en la Patagonia, todos esos militares tienen su propia calle, advirtió el cineasta.
De la Orden, que en Río arriba, su filme anterior, denunció la explotación casi esclava que los indios sufrieron en los ingenios azucareros del norte del país, aseguró que la campaña fue la avanzada final de las fuerzas armadas argentinas sobre la Nación Mapuche y los pueblos originarios que hasta ahí mantenían su autodeterminación y soberanía.
Un dato poco conocido que la película revela es, según el cineasta, que “la Conquista del Desierto se hizo en el marco de una gran epidemia de viruela, una enfermedad mortal de la época que se expandió como epidemia por el territorio mapuche. Hubo una guerra química previa a la campaña que fue inundar las tolderías con alcohol de muy mala calidad y con ropas de personas que habían muerto por viruela”.
Tierra adentro cuenta la historia de la Conquista del Desierto y la guerra en la frontera sur de los estados argentino y chileno contra los habitantes originarios de la Pampa y la Patagonia, y lo hace de una manera intrincada y compleja, a través de múltiples líneas de relato, intentando obtener la mayor cantidad de voces, una gran cantidad de relatos, puntos de vista y posiciones ideológicas.
Los protagonistas son un joven mapuche de Bariloche que comienza a reivindicar su identidad y su cultura; un periodista chileno que recorre el territorio buscando los rastros de la guerra y la destrucción de su pueblo; un historiador porteño que prueba quiénes financiaron la masacre y qué obtuvieron a cambio; y el descendiente de unos de los responsables del genocidio, el general Eduardo Racedo.
“Esta no es una historia lineal ni unívoca, sino que es sumamente diversa y por eso creo que abordarla desde una sola posición era empobrecerla y dejarla incompleta. Por eso decidimos darle la mayor diversidad posible, y ahí empezaron a surgir todas estas voces, que tienen opiniones diferentes sobre el tema”, recordó De la Orden.
Para el director, “es una película sobre identidades en tránsito, porque -como el adolescente barilochense que trata de entender quién es realmente- muchos mapuches se dan cuenta que todavía se están encontrando y todavía se están buscando, debido a la gran dispersión que sufrió su pueblo”.
El director incluyó en el final una serie de fotografías de líderes mapuches, sus esposas y sus hijos, “que recuperan la humanidad de esas personas, que fueron deshumanizadas por los militares para poder aniquilarlas".
"Esas fotos recuerdan -opinó De la Orden- a las que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo llevan de sus familiares desaparecidos en marchas y manifestaciones”.
Rodada en escenarios naturales de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y la región de la Araucanía, en Chile, Tierra adentro se exhibe todos los domingos a las 18 en el Malba y será proyectada el 24, 25 y 26 de febrero próximo en el auditorio de Radio El Arca de Bariloche, luego de una gira que De la Orden realizará por una serie de pueblos mapuches de la Patagonia.
Más de 20.000 espectadores asistieron desde el año pasado a las proyecciones de este valioso documental que además de recoger -sin juzgarla- la opinión de los descendientes directos de esa masacre, tanto de las víctimas como de los victimarios, establece una conexión directa entre los métodos de la campaña del desierto y los de la última dictadura militar de los años `70.
Según De la Orden, se estima que hubo alrededor de 30.000 desaparecidos durante la Conquista del Desierto, además de apropiación de niños, sometimiento a trabajo esclavo, fusilamientos, campos de concentración, fosas comunes y traslados masivos. Cuando ves los mecanismos, salta a la vista que son los mismos que usaron los militares durante la última dictadura.
En una entrevista con Télam, el cineasta recordó que “la dictadura militar hizo una serie de celebraciones para conmemorar la Conquista del Desierto y el 25 de mayo de 1979 hizo un acto en Choele choel con discursos y actos. Esos militares eran los hijos pródigos de los que hicieron la campaña y perfeccionaron su sistema además”, añadió.
La campaña se financió con un empréstito de 1878 por el que 391 bonistas -muchos de ellos ingleses- obtuvieron ocho millones y medio de hectáreas conquistadas al año siguiente, es decir que estaban comprando un territorio a conquistar. Supongo que así se debe haber financiado la guerra de Irak: se venden el territorio y los recursos y con ese dinero se hace la invasión.
Monumentos, calles, avenidas, plazas, pueblos y ciudades de todo el país -y hasta el billete de 100 pesos- todavía llevan el nombre de Julio Argentino Roca, a pesar de toda la evidencia que existe en relación a la matanza organizada y sistemática de indígenas que él comandó en los territorios que, hasta ese entonces, pertenecían a los mapuches y tehuelches.
Creo que tarde o temprano van a caer esos monumentos y van a cambiar esos nombres de las calles. Ese es el límite de la revisión histórica, tal cual lo dice en la película el historiador Walter del Río, porque de alguna manera el discurso oficial de la conquista se nos sigue metiendo por ahí. Todavía hoy, en la Patagonia, todos esos militares tienen su propia calle, advirtió el cineasta.
De la Orden, que en Río arriba, su filme anterior, denunció la explotación casi esclava que los indios sufrieron en los ingenios azucareros del norte del país, aseguró que la campaña fue la avanzada final de las fuerzas armadas argentinas sobre la Nación Mapuche y los pueblos originarios que hasta ahí mantenían su autodeterminación y soberanía.
Un dato poco conocido que la película revela es, según el cineasta, que “la Conquista del Desierto se hizo en el marco de una gran epidemia de viruela, una enfermedad mortal de la época que se expandió como epidemia por el territorio mapuche. Hubo una guerra química previa a la campaña que fue inundar las tolderías con alcohol de muy mala calidad y con ropas de personas que habían muerto por viruela”.
Tierra adentro cuenta la historia de la Conquista del Desierto y la guerra en la frontera sur de los estados argentino y chileno contra los habitantes originarios de la Pampa y la Patagonia, y lo hace de una manera intrincada y compleja, a través de múltiples líneas de relato, intentando obtener la mayor cantidad de voces, una gran cantidad de relatos, puntos de vista y posiciones ideológicas.
Los protagonistas son un joven mapuche de Bariloche que comienza a reivindicar su identidad y su cultura; un periodista chileno que recorre el territorio buscando los rastros de la guerra y la destrucción de su pueblo; un historiador porteño que prueba quiénes financiaron la masacre y qué obtuvieron a cambio; y el descendiente de unos de los responsables del genocidio, el general Eduardo Racedo.
“Esta no es una historia lineal ni unívoca, sino que es sumamente diversa y por eso creo que abordarla desde una sola posición era empobrecerla y dejarla incompleta. Por eso decidimos darle la mayor diversidad posible, y ahí empezaron a surgir todas estas voces, que tienen opiniones diferentes sobre el tema”, recordó De la Orden.
Para el director, “es una película sobre identidades en tránsito, porque -como el adolescente barilochense que trata de entender quién es realmente- muchos mapuches se dan cuenta que todavía se están encontrando y todavía se están buscando, debido a la gran dispersión que sufrió su pueblo”.
El director incluyó en el final una serie de fotografías de líderes mapuches, sus esposas y sus hijos, “que recuperan la humanidad de esas personas, que fueron deshumanizadas por los militares para poder aniquilarlas".
"Esas fotos recuerdan -opinó De la Orden- a las que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo llevan de sus familiares desaparecidos en marchas y manifestaciones”.
ASAMBLEA NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS CHILE
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