Cuando
la mayoría de los estados en América del Sur han fustigado el golpe de estado
civil en Paraguay, en que se ha destituido a un presidente sumariamente
por el Congreso sin que el acusado
tuviera la oportunidad de la más mínima defensa
y algunos ( ya van seis) han retirado sus embajadores y no han
reconocido al vicepresidente que
traicionó a Fernando Lugo y acepto la designación que hizo el congreso.
El
Vaticano en un acto instantáneo reconoció al nuevo gobierno de facto Paraguayo
que encabeza Federico Franco. El jueves pasado, mientras diputados y senadores
de la oposición orquestaban el juicio político a Lugo, los obispos católicos ya
se manifestaban por la destitución del presidente electo legítimamente por el
pueblo el 2008.
Ante
este cuadro, representantes de diversas iglesias de América Latina difundieron
un comunicado deplorando el proceso demagogo e irresponsable del cual fue
víctima el presidente, añadiendo a pesar de todo “La esperanza no deja de nacer
desde los humildes y se construyen gobiernos populares y democráticos, apoyados
por los pueblos que históricamente empobrecidos por las oligarquías locales y
por los sectores conservadores que responden a los intereses del imperialismo
norte americano “.
La
posición tomada por la iglesia católica de Paraguay en un momento tan delicado
que pesa sobre la democracia del país, generó varis criticas por parte de los
sectores más comprometidos y progresistas de la iglesia. Así esta reaccionaria
y cómplice iglesia católica Paraguaya dio la comunión en ceremonia en la
catedral metropolitana de Asunción y con esto la bendición del Vaticano al
golpe fascista.
La
actitud histórica del Vaticano refrendada en múltiples ejemplos en el mundo nos
hace recordar cuando Pio XII bendijo a las tropas nazis durante el holocausto,
o cuando en Honduras en junio del 2009 el golpista obtuvo rápidamente la
bendición, o cuando el año 1941 apoyando la ley maldita en Chile excomulgo a
todo el que tuviera relación con algún militante comunista y para que decir las
actitudes criminales minoritarias de algunos sacerdotes como el cura Hasbún que
bendecían al tirano Pinochet.
Así
podríamos decir inequívocamente que la iglesia católica, sobretodo en este
período no tiene respaldo moral para andar bendiciendo golpistas por el mundo ,pues
las actitudes de cientos de pederastas y
pedófilos curas y obispos también han sido protegidas y reconocidas tardíamente
por el Vaticano, o sea siendo cómplices de atropellos a los derechos humanos.
Ramón Núñez
Asamblea Nacional por los Derechos Humanos.
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